Ante la banalización del genocidio
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) manifiesta su más absoluto repudio frente a los dichos del Dr. Martín Krause, asesor en educación del candidato a presidente Javier Milei, por tratarse de una afrenta hacia un hecho histórico que marcó un dolor profundo en la humanidad toda. Como organismo que se ha siempre manifestado en favor del respeto por los derechos humanos, por ende el derecho a la vida, no podemos más que condenar el uso banal del holocausto para ilustrar ideas acerca de la educación.
En cualquier circunstancia, la referencia hubiera sido atroz, pero en un lugar donde se proponen ideas que tienen que ver con la educación resulta sencillamente inaceptable recurrir a semejante argumento como el usado en referencia a un hecho cuyo debate está saldado en el mundo y al cual, referirse con liviandad, muestra ignorancia por parte de quien ha emitido esos argumentos.
En contraposición a estos dichos, los Núcleos de Aprendizaje Prioritario del nivel secundario establecen que la escuela argentina debe formar en los siguientes contenidos centrales:
“La comprensión de la construcción sociohistórica y validación ética de los Derechos Humanos generada a partir de acontecimientos como el Holocausto y como el terrorismo de Estado en nuestro país.”
“La identificación, mediante la indagación de las diversas formas de prejuicio, maltrato o discriminación en la dimensión sociohistórica de los diferentes casos. (Por ejemplo, casos de discriminación y genocidios a los pueblos originarios, el pueblo armenio, el Apartheid, el Holocausto (Shoá), Hiroshima y Nagasaki, entre otros).”
Los hechos que desde la agrupación LLA pretenden banalizar dieron origen a la Organización de las Naciones Unidas. En su marco, se sancionan y promueven declaraciones, pactos y convenciones de DDHH que tienen aceptación mundial y en nuestro caso, jerarquía constitucional. En consecuencia, los dichos del asesor agravian nuestro orden normativo.
Las disculpas no son suficientes en estos casos. Consideramos que las palabras no fueron dichas sin conciencia de lo que se decía. Pensamos, por el contrario, que son una manifestación de lo que se quiere implementar en el ámbito de la educación nacional: un desconocimiento absoluto de la historia, de las causas y las consecuencias de los hechos históricos, la tergiversación y finalmente el negacionismo de los dramáticos sucesos que asolaron al mundo y a nuestro país cuando se trató de eliminar a una porción de la sociedad.
Vemos con gran preocupación las carencias de racionalidad y ética en la argumentación con la que se pretende debatir en el ámbito político. Los insultos, agravios y banalizaciones ofenden al pueblo elector en su conjunto y a la humanidad toda.