Apoyo a las medidas de cuidado y prevención decretadas por el Presidente de la Nación el 14 de abril de 2021
Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) manifestamos nuestro apoyo a las medidas en defensa de la salud y la vida tomadas por el Presidente de la Nación.
El avance incontenible del contagio y el estado de saturación práctica del sistema de salud, tanto privado como público, son datos suficientemente graves que justifican la adopción de las medidas citadas.
Mientras se observa el ingente esfuerzo del gobierno por mantener y aumentar la vacunación, subsiste una campaña de infodemia, articulada en varios de los medios masivos, que no puede ser convalidada por la sociedad bajo ningún pretexto de falsa libertad de expresión.
No existe tal libertad para hacer daño, y la propalación de falsedades sin sustento producen un daño irreparable al tejido social, esparciendo confusión y temor.
De igual modo, la APDH deplora y condena que parte de la oposición privilegie resistir toda iniciativa gubernamental como forma de obtener hipotéticas ventajas políticas, en tanto existe una amenaza concreta y cierta que asola a todo el planeta desde finales del año 2019.
La pandemia, a estas alturas, no es un tema opinable, como tampoco lo son las medidas destinadas a morigerar sus efectos, basadas en los conocimientos científicos en progreso y en un sentido común mayoritario, aun cuando persistan minorías que fuerzan el concepto de libertad hacia un absoluto que desconoce la existencia de una sociedad que solamente organizada y solidaria podrá enfrentar con probabilidades de éxito la gravedad de la situación.
La presencialidad en las escuelas es otro falso debate que no puede escindirse de la realidad circundante. No existe tal milagro por el cual los casos aumentan exponencialmente en todos lados pero no afectan a la comunidad educativa. Las familias viajan ida y vuelta, se relacionan a la entrada y salida y socializan antes, durante y después de clases, inevitablemente. Luego, por un caprichoso registro estadístico, parece que en la escuela no hay peligro. Lo desmiente la realidad y las medidas que han adoptado mayoritariamente en el mundo.
Tampoco dejamos de registrar la grave situación que atraviesa todo el continente, en especial nuestros países hermanos limítrofes, más allá del signo ideológico de cada administración. Otro dato insoslayable que debe insuflar sensatez a todes y mucho más a quienes tienen responsabilidades políticas.
El país es una unidad. Lo que ocurra en las regiones más densamente pobladas más temprano que tarde llegará a todos lados. Por ello las medidas deben abarcar la totalidad del territorio respetando las particularidades y los momentos locales.
En ese camino, también expresamos nuestra preocupación en cuanto a que el despliegue de fuerzas de seguridad y su necesaria coordinación con fuerzas locales implique un nuevo riesgo de violencia institucional para la población.
Del agravamiento abrupto de la pandemia no se sale con discursos, cacerolas ni noticias falsas. Como ocurre en todo el mundo, la única solución es mantener lo más bajo posible el número de enfermos hasta que la vacuna llegue a la mayoría. Y por supuesto es fundamental reforzar los sentimientos fraternales y solidarios pues nadie se salva solo.
Ningún perjuicio económico, molestia o incomodidad que las restricciones ocasionen puede competir con el dolor de la muerte de miles de personas y las secuelas que deja la enfermedad en quienes la sufrieron o la padecen en este momento, salvo que nos quieran convertir en un territorio poblado sin lazos ni vínculos, ganado por un estéril egoísmo individualista, contrario a todo derecho humano.