La APDH repudia las expresiones de Juan José Sebreli
Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) repudiamos las infelices expresiones vertidas por Juan José Sebreli en una nota publicada por la revista Ñ donde considera a las y los ciudadanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “casi como los judíos de la Alemania Nazi”.
Es inaceptable el abuso discursivo recayendo en la metáfora nazi.
El académico comenta al reportero que las y los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires son “casi como los judíos en la alemania nazi” sin explicarse, dando por sentado que se trata de una visión compartida por mucha gente.
Es incomprensible que el autoproclamado militante de la libertad no pueda discernir lo que fue el horror de la vida cotidiana de los judíos en la Alemania Nazi y en todos los países bajo su influencia, primero con las masivas campañas propagandísticas antijudías que los calumniaron y humillaron durante años, preparando a toda una nación para un “sentido común” que considerara a los judíos como sub humanos y que luego permitiera naturalizar cualquier atrocidad contra ellos. Después, ya consolidado el régimen nazi, comenzaron gradualmente, cada día, con una nueva amputación de sus libertades y el dictado de cotidianos decretos administrativos que imponían limitaciones a los judíos con la pérdida paulatina de derechos hasta alcanzar la más absoluta desprotección y despojo.
Cuando se llegó a ese punto, vino la solución final. Lisa y llanamente el exterminio planificado, el genocidio.
Esa pérdida cotidiana de derechos ¿dónde se verifica en este contexto y menos a un grupo determinado -como dice Sebreli- a las y los ciudadanos de Buenos Aires?
Es realmente infame, ofende la inteligencia y la memoria comparar la realidad argentina con semejante catástrofe histórica que puso en jaque a toda la humanidad.
También es una especie de confesión de carencia de recursos expresivos para sustentar sus desacuerdos, que puede tenerlos y está en su derecho, pero no apelando a estas asociaciones que remiten al horror más profundo de la historia.
No nos ocupamos de Sebreli, sino del hecho torpe de comparar lo incomparable, de confundir adrede, de generar escándalos de banalidad, con la complicidad de medios inescrupulosos, porque sabemos lo que fue el Terrorismo de Estado aquí y cuáles fueron sus antecedentes históricos, entre los cuales la maquinaria nazi tiene un lugar tristemente relevante.
Por eso no queremos dejarlo pasar así nomás, aunque no sea otra cosa que un hecho menor, una manchita más en la piel atigrada de los que se ofrecen graciosa y diligentemente para darle algún vano sustento intelectual a la injusticia social y a la dependencia.