Para cuidar la salud, hay que cuidar el trabajo
Este 1ro de mayo de 2021, a un año del comienzo de la pandemia del COVID-19, desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) queremos una vez más recordar que el derecho a un trabajo digno es un derecho humano fundamental. Frente al aumento de la pobreza, la indigencia, el desempleo y la precariedad laboral, producto de los cuatro años de gobierno macrista y de la pandemia del Covid-19, recordamos que el trabajo debe ser una prioridad en la estrategia sanitaria nacional y la clave para la reconstrucción del país.
En el mundo el trabajo garantiza el ingreso al 75% de las familias. Pero ese derecho está en crisis y pone en crisis, aunque no lo parezca, a toda la sociedad. Está en crisis desde antes de la pandemia, pero esta acelera los cambios tecnológicos propios de la nueva era digital, y amplia brechas entre estados y hacia dentro de los mismos. En una América Latina también con procesos políticos en ebullición, la pregunta es qué camino crítico construimos para nuestro país.
La Argentina ha conocido épocas de pleno empleo, bajos niveles de pobreza y acceso adecuado a bienes públicos (salud, educación, vivienda). Pero pasamos de constituir una de las sociedades más igualitarias de la región a equipararnos con las más desiguales. ¿Qué pasó? Ese país de oportunidades quedó trunco a mediados de los 70: el gobierno cívico-militar instala la primera etapa de neoliberalismo de la mano del al terrorismo de estado.
Desde allí, en forma paralela a un mundo donde se impone el neoliberalismo, aunque con sus propias características, la Argentina fue llevada a la destrucción del Estado, los procesos de privatización de empresas y a la desregulación del mercado del trabajo, con la consecuencia del aumento de la desigualdad. Pasamos a tener millones de compatriotas y de familias sin trabajo, sin vivienda, sin protección. Desde la década del 80 viene aumentando este doloroso proceso con características disímiles en cada etapa ,con una distinción para el período comprendido entre el 2005 y el 2015 en el cual se empezaron a recuperar los indicadores sociales, en un fuerte contexto de confrontación con los sectores económicos concentrados como la Sociedad Rural, los fondos buitres, entre otros.
La pandemia del Covid-19 ha acelerado transformaciones en el mercado de trabajo: aumento de la precariedad con destrucción de puestos de trabajo formales e informales, teletrabajo impuesto, “uberizacion” de servicios, entre otros.
La pandemia llegó a una Argentina destruida económicamente y con una deuda impagable contraída irresponsablemente por el gobierno de Mauricio Macri, tanto que la importante ayuda y esfuerzo del gobierno nacional con los IFE y los ATP apenas y parcialmente han logrado mantener el empleo y el poder adquisitivo de los salarios.
Para recuperar el trabajo, para generar nuevas fuentes de empleo se necesita crecer. Pero no se trata sólo de aumento de la cantidad y calidad de producción, sino de forjar un desarrollo con inclusión social. Para eso se requiere en primer lugar reconocer el dramático contexto en el que vivimos, en segundo lugar construir los planes y programas necesarios que prioricen los derechos, y en tercer lugar repudiar (y aislar) a quienes se atreven en este contexto a atentar contra nuestra democracia, nuestros derechos y nuestra diversidad.
En materia de empleo debemos abordar el peso y la fuerza del sector informal, de las actividades de la economía popular. Que no solo requiere ingresos, sino una inclusión en trabajo digno y que sea sustentable social y ambientalmente. Puede plantearse – y es una obligación del conjunto de la sociedad- una política contra el hambre.La alimentación es un tema vital, y no es sólo recibir los alimentos, sino una producción orgánica, avanzar en sistemas saludables. El Salario Social Complementario, una política que comenzó hace unos años debe seguir protegiendo, aunque sea básicamente a un conjunto de trabajadores y trabajadoras a las que hay que ayudar a mejorar sus empleos,porque es la forma de preservar sus vidas.
Estamos en una situación crítica, pero el esfuerzo tiene que ser proporcional a las capacidades. Hoy, cuidar el trabajo, cuidar los ingresos, cuidar el bolsillo de las clases populares debe ser parte de la política sanitaria, ya que no hay confinamiento posible para quien no puede dar de comer a su familia y como dicen las paredes “todo trabajo es esencial si vivis de él”.
Este 1° de mayo queremos especialmente recordar a les trabajadores de la salud que ya no están con nosotres y a cada uno de ellos que siguen salvando vidas a pesar de las pésimas condiciones laborales.
Queremos reivindicar a las trabajadoras y trabajadores de centros comunitarios, comedores y merenderos que no descansan ni un día para poner un plato de comida caliente a nuestres chiques.
A les docentes que resistiendo el negacionismo del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de otros territorios, continúan enseñando en la virtualidad mientras realizan acciones de lucha y paro con dignidad.
A todes les trabajadores que con su conducta del cuidado valoran la salud general sosteniendo un pensamiento colectivo por encima del individualismo neoliberal que desoye la gravedad de la situación.
El 1° de mayo es un día de conmemoración y lucha.
Desde la APDH luchamos para que el derecho al trabajo vuelva a ser universal, digno, registrado y justo en la Argentina.